testimonios hombres





JAVIER , alcoholico 24 años



–¿A qué edad empezaste a beber?
–Comencé con 16 años porque soy una persona muy retraída y esta era una forma de abrirme a los demás. Me di cuenta de que de ese modo podía hablar con gente y conocer chicas. En todas las fotos de aquella época se me ve siempre con una cerveza o una copa en la mano.
–¿Cuándo llegó a ser un problema?
–Seguramente ya entonces lo era, pero creía que lo que hacía era normal, que lo hacía todo el mundo. Luego llegaron mis salidas de tono. Podía desaparecer durante tres días y no recordaba dónde había estado. De hecho hay noches de las que aun hoy no puedo recordar nada. La verdad, casi lo prefiero. El alcohol llegó a impedirme seguir estudiando, con las resacas no podía ir a clase.
–¿No pudo ayudarte nadie?
–No. Llegó un momento en que mis padres lo intentaron y me acompañaron a psicólogos y psiquiatras, pero no consiguieron nada. No supieron ayudarme, pero la culpa era mía. Les engañaba como quería.
–¿Intentaste dejarlo?
–Sí, pero me resultaba imposible. Tampoco me quería dar cuenta de lo que verdaderamente me estaba sucediendo. Logré dejarlo durante un mes con muchísimo esfuerzo, pero al final para celebrarlo volví a beber. Eso fue peor, porque la autoestima la tenía ya por los suelos.
–¿Qué sucedió para que al final decidieras buscar ayuda?
–Acabé con depresiones y sin poder moverme de la cama. Y una mañana, con 25 años, me levanté con resaca y sin recordar dónde había estado la noche anterior. Fue entonces cuando llamé a Alcohólicos Anónimos pidiendo ayuda.
–¿Qué sucede cuando llegas al grupo por vez primera?
–Lo primero es tener claro que cada uno llegamos ahí cuando hemos tocado nuestro fondo, aunque el mío todavía no había llegado porque tras un año sin beber, que fue muy bueno, recaí.
–¿Por qué?
–Porque creía que ya lo tenía controlado, así que dejé de asistir a las reuniones. Después he vuelto y ya llevo 5 años.
–¿Es muy fácil recaer?
–Tan fácil como dejarte llevar por tus propios engaños. A veces es tan sutil como pensar: ‘Si lo he conseguido una vez, puedo empezar a beber y dejarlo de nuevo’. En mi caso además lo que me pasa es que soy un inmaduro, como cuando comenzaba a madurar ya bebía y jugueteaba con drogas me quedó esa asignatura pendiente. Es ahora cuando estoy aprendiendo.
–¿Lo peor a la hora de dejarlo?
–La impotencia de no poder salir con mis amigos. La vida social la realizamos siempre en sitios donde hay alcohol y yo he tenido que salir corriendo de discotecas porque me ponía histérico al ver pasar las copas y no poder tomarme una.
–¿Y en qué notas más cómo te ha afectado?
–En la pérdida de memoria y las lagunas mentales que tienes. Luego vas viendo cómo afecta a los demás. De hecho el amigo con el que comencé a beber murió. Pesaba 84 kilos cuando le conocí y bajó hasta los 50. Tenía el hígado destrozado.
–¡Qué duro!
–Sí, pero toda situación por traumática que sea te sirve para seguir adelante. Yo ahora tengo mi mujer, mi hija de cuatro años y otro bebé más en camino.
–¿Fue difícil reconocer que eras alcohólico?
–Es que no me lo podía creer. Para mí un alcohólico vivía en la calle y bebía ‘bricks’ de vino barato. Y yo me decía: ‘No puedo serlo, solo soy un chaval de 24 años’.
–Imagino que la ayuda de amigos y familia es esencial.
–Sí, el problema es que los alcohólicos somos personas muy egocéntricas. Yo pensaba que podía con todo. El primer paso es reconocer que no es así, que tienes un problema y eres incapaz de controlarlo.
–Si alguien conoce a un alcohólico, ¿cómo le puede ayudar?
–No podemos ayudar a nadie que no lo pida. Hay que dejarles tocar fondo. En Alcohólicos Anónimos podemos orientar a la familia, pero si quien tiene el problema no lo sabe no se puede hacer nada.
–Vemos que es posible controlar la bebida.
–Te das cuenta de que se puede vivir sin alcohol y recuperas todos los aspectos de tu vida que se habían visto afectados. Controlada la enfermedad, porque es incurable, somos igual de válidos que los demás.




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ME LLAMO  GARIKOITZ Y SOY ALCOHOLICO 
Parece fácil de decir y de asimilar, pero como todo, ha sido un largo proceso.
De carácter introvertido, individualista hasta la médula, desconfiado al cien por cien. ¿Qué me hizo quedarme en A.A.? La necesidad primero. La asimilación de que mi vida se había vuelto ingobernable ante el alcohol y lo más importante mi libertad para decidir. ¿Es este mi sitio? Después de una larga carrera alcohólica, al entrar en A.A. no me costó dejar de beber. Mis palabras fueron: !Estos es fácil! !no me lo hubiera creido! Pero solo era el comienzo de un largo proceso. Pasos, tradiciones, padrinazgo, 4º y 5º pasos, en definitiva cambiar actitudes negativas de mi carácter que el alcohol había potenciado, por otras positivas.
Cuando mis destrozadas neuronas me dejaron entrever la magnitud del programa de A.A. empecé ha cuestionar el principio. !estos quieren cambiar mi personalidad! Yo decía he venido aquí, solo para dejar de beber. !pobre enfermo! Si cambia un estilo de vida totalmente nocivo, de una conducta antisocial por un estilo de vida completamente diferente no fuera motivo suficiente...Más mi prepotencia aún cuestionaba en negativo dentro de la comunidad. ¿Porqué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿por qué ese?, ¿Por qué esto? Mi primer padrino me lo aclaró ¿Tú sabes donde estás? Cada uno se recupera en la medida a sus necesidades, ya que como enfermedad, el alcohol ataca fisicamente, mentalmente y emocionalmente a nuestro organismo. O sea, eso es lo que se trata, alcanzar una sobriedad etílica y emocional, dentro de la buena voluntad, nos acogemos a los restantes pasos y, a sus hermanas las tradiciones, con el conjunto de los tres legados de A.A. Unidad, servicio y recuperación. Desde entonces con diversas fluctuaciones emocionales en cada etapa de mi recuperación, pero sin salirme del camino de la sobriedad desde que entré en la comunidad y con la ayuda mutua entre compañeros, se va produciendo el cambio de ir moderando mis defectos de carácter con la fuerza que nos da la unidad,, y como ya he dicho de buena voluntad, ya que la fuerza de voluntad, no me valió para nada, por primera vez en mi vida. !Soy Feliz! GRACIAS.
Me llamo GARIKOITZ y soy alcohólico y sigo sin beber
http://alcoholicosanonimos-pvgrupo-donostia.blogspot.com.es/2014/09/me-llamo-garikoitz-y-soy-alcoholico.html
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ME LLAMO ENEKO SOY ALCOHOLICO Y SIGO SIN BEBER

Hay en mi mente dos días claves: Uno en el que empezó mi martirio y el día que comencé ha despertar de la pesadilla del alcohol. Tenía unos 13 años, y lo recuerdo con tanta nitidez, que me dan escalofríos solamente con el hecho de recordarlo. Recuerdo lo que hicimos para comprar la bebida, lo que compramos y el lugar donde la escondimos, e incluso llego ha recordar lo que comí ese día. Será que mi mente, ha decidido no querer olvidarlo con el único propósito de que no olvide el infierno que viví durante tantos años, pero...ha partir de ahí, hay muchas lagunas mentales, mucho sufirmiento, muchos desprecios, y lo que más duele el haber perdido la dignidad totalmente.
En aquellos años, al ser un niño y por probar el alcohol por primera vez, era bebedor de fines de semana e incluso podía estar mucho tiempo sin beber, pero habia algo, que se despertó dentro de mi, algo que me hacía pensar en el alcohol, no con la intensidad que tendría los años siguientes. Era incapaz de poder tomar unas cervezas como hacía mis amigos, yo las bebía súper rápido y hasta que no acababa borracho no paraba,Y yo...¿Para que bebeía?, ¿Qué sentía con ello?, y ¿porqué lo hacía? No he llegado ha tener la respuesta, hasta que comencé en la comunidad A.A .Al cumplir los 16 años, tube que ir a un colegio internado, durante dos años y ahi es donde empezé ha pasar las líneas invisibles del alcoholismo, no era buen estudiante, pero si se me daba muy bien beber todos los fines de semana. Los viernes, sabados e incluso los domingo y luego entre semana, la botella en mi mente dando vueltas constantemente, pensando en la borrachera del fin de semana e imaginando de cuales serían sus resultados. No hay que ser un genio para darse cuenta, de como acabaría. Borracho perdido, ya hubo una persona de ese colegio. Eneko, tienes un problema con el alcohol, hasta donde llegaba ese orgullo, que no me dejaba verlo y así, durante dos años. Al volver ha casa, comencé ha trabajar, y como tenía dinero fresco en el bolsillo, me lo gastaba en fiestas y no haciéndome responsable de las pequeñas cosas de la vida.
No era tonto, ver veía que algo me pasaba con el alcohol, pero que fuera alcohólico nunca se me pasó. Que era un golfo, un fiestero si. Y ahí, es donde empezaron ha intervenir terceras personas, me hago voluntario de una asociación de tiempo libre, para niños, ahi estuve unos años logrando controlar algo, hasta que...antes de ir ha esas salidas de tiempo libre me tenía que tomar unas copas antes de empezar con las actividades, ya entonces empezaba ha tantear el alcohol entre semana acompañándola de canabis, hasta que llegó el día que no borracho, pero si, con la lengua gorda acudía a las actividades. En ese tiempo conocí a una mujer, la cual siempre me decía. Eneko, te has tomado una y ya eres otro, y tenía razón ya no era el mismo, broncas con ella porque no me dejaba beber tranquilamente, solo una le decía, era imposible, era incapaz de dejar de tomar y ella veía que algo se me escapaba de las manos y yo, no quería reconocerlo. El día que nació mi hija, la dejé sola en el paritorio, con la excusa de irme ha comer, me fui ha beber, para tranquilizar esos nervios, pero era peor, ya que luego entraba en mi mente el alcohol y no estaba donde tenía que estar, si de cuerpo pero no mi mente, ya que ella estaba con la botella. Al nacer la niña, la borrachera duró tres días, y la resaca fue un tormento, y hoy es el día que me duele, el no haber sabido responsabilizar de lo que había en es esos momentos, ella aguantó lo que tuvo que aguantar, hasta que llegó el día en que me dejo. Ese último año, antes de entrar en A.A. fue un auténtico suplicio. Me quedé sin dinero, perdí a los amigos, perdí a mi mujer y mi hija. E incluso me daba igual vivir o morir, ya que tube dos intentos de suicidio. Hasta que una noche, una persona me habló de la comunidad de A.A. y de que yo solo no podría dejarlo, ya que ya lo había intentado en numerosas ocasiones, y nunca lo había conseguido. De que si yo quería era fácil y que con la ayuda de ellos lo lograría. Simplemente por curiosidad y de estar harto. Les llamé. Aquí fue, donde se me resolvieron todas mis dudas.¿Porué lo hacía?, ¿Que sentía con ello? y Para que lo hacía.. 
El primer día de mis reuniones, sentí una gran liberación al reconocer que era alcohólico y con los testimonios de mis compañeros, no pude negar que lo era, todo coincidía. Y hoy por hoy, tengo un gran trabajo por delante, pero un trabajo que es por 24 horas, que si necesito ayuda solamente tengo que llamar a un compañero, que se que me escuchará y me dará todo su apoyo. He ido reconduciendo mi vida, recuperando las cosas perdidas por el camino, no todas pero algunas y con la satisfación, de que lo estoy logrando sin beber gota de alcohol, gracias a mis compañeros, gracias a mis reuniones a que hago servicios en mi grupo, ha escuchar lo que me sugieren los veteranos del grupo, ha practicar el programa en todas las circunstancias de la vida, tanto buenas como malas. YA QUE MI ÚNICO PROBLEMA ES MI VIDA ES MI  ALCOHOLISMO Y TODO LO DEMÁS, SON CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA.¿Y sabéis? he conseguido lo más importante, que vuelvo ha ser feliz.
Soy ENEKO, soy alcohólico y sigo sin beber. FELICES 24 HORAS

http://alcoholicosanonimos-pvgrupo-donostia.blogspot.com.es/2014/09/me-llamo-eneko-soy-alcoholico-y-sigo.html
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¿Es este mi sitio?


Me llamo Francisco y soy alcohólico. Parece fácil de decir y de asimilar, pero como todo, ha sido un largo proceso.

De carácter introvertido, individualista hasta la médula, desconfiado al cien por cien. ¿Qué es lo que me hizo quedar en A.A.? La necesidad primero. La asimilación de que mi vida se había vuelto ingobernable ante el alcohol y lo más importante mi libertad para decidir ¿Es este mi sitio? Después de una larga carrera alcohólica, al entrar en A.A. no me costó dejar de beber. Mis palabras fueron ¡esto es fácil! ¡no me lo hubiera creido! Pero solo era el comienzo a un largo proceso. Pasos, Tradiciones, Padrinazgo, 4°y 50 paso, en definitiva cambiar actitudes negativas de mi carácter que el alcohol había potenciado por otras positivas.


Cuando mis destrozadas neuronas me dejaron entrever la magnitud del programa de A.A. empecé a cuestionar al principio ¡estos quieren cambiar mi personalidad! Yo decía ha venido aquí, solo a dejar de beber ¡Pobre enfermo! Si cambia un estilo de vida nocivo, de una conducta antisocial por un estilo de vida completamente diferente no fuera motivo suficiente.. Más mi prepotencia aún cuestionaba en negativo dentro de la Comunidad ¿Porqué?, ¿Cómo?, ¿Cuando? ¿Dónde? ¿Por qué ese? ¿Por qué esto? Mi primer padrino me lo aclaró ¿Tu sabes dónde estás? Cada uno se recupera en la medida de sus necesidades, ya que como enfermedad, el alcohol ataca física y espiritualmente a nuestro organismo. O sea, eso es lo que se trata, alcanzar una sobriedad etílica y emocional, dentro de la buena voluntad, nos acogemos a los restantes pasos, con sus hermanas, las tradiciones, con el conjunto de los tres legados de A.A. igual Unidad, Servicio y Recuperación. Desde entonces con diferentes fluctuaciones emocionales en cada etapa de mi recuperación, pero sin salirme del camino de la sobriedad desde que entré en la Comunidad y con la ayuda mutua entre compañeros de viaje en los grupos, se va produciendo el cambio de ir moderando mis defectos de carácter con la fuerza que nos da la Unidad, la ayuda de un poder superior y como ya he dicho la buena voluntad, de manera que hoy puedo decir, por primera vez en mi vida ¡Soy feliz! Gracias.


FRANCISCO. ÁREA 6.


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Mi nombre es Juan José, soy alcohólico y hoy no he bebido. Mi experiencia con la familia de la que procedo es excelente. Siempre me he sentido apoyado por mis padres, y cuando ha habido algún malentendido lo hemos solucionado hablando.



Yo respeto sus opiniones y me limito a exponer las mías, si lo creo conveniente. Con los hermanos ya es otra historia. Me relaciono con tres. La cuarta, mi hermana mayor me odia. Mi experiencia con la familia que yo formé ha pasado por varios momentos. En un principio pensé que había dañado irremediablemente a mis hijos y que los había convertido en lo que son. Era una especie de soberbia que me llevaba a pensar que tenía poder para cambiar la vida de los demás. En cuanto a la mujer con la que me casé, pensaba que era un ser angelical al que le había amargado la vida. Cuando bebía y en los primeros años de recuperación quería restañar la culpa sirviendo a los demás. Me convertí en una especie de mayordomo de los otros, pero a cambio no conseguí amor. Tan sólo desprecio. Hoy en día veo las cosas de otra forma. La mujer con la que me casé se acercó a una persona como yo y permaneció a su lado porque le compensaba. Soy una persona generosa. También lo era cuando bebía, y borracho y todo la colmaba de atenciones. Nunca le grité ni te pegué. Ayudaba en casa y me ocupaba de mis hijos. De esta manera me ganaba el derecho a beber.



Durante mi matrimonio, y ya sin beber, tuve un par de experiencias extraconyugales. Sin embargo nunca tuve la sensación de haber dejado de amar profundamente a la mujer con la que me casé. Sigue siendo un misterio para mí por qué me enredé en esas aventuras. Dicen que los hombres nos disputamos las mujeres, pero ahora veo que ellas también se disputan los hombres. Las relaciones humanas de igual a igual son realmente difíciles de encontrar, y las relaciones amorosas en las que ni haya manipulación ni dependencias aún más difíciles. Parece que siempre se busca dominar al otro, tenerlo bajo control. Mi experiencia con las mujeres es que tejen una tela a tu alrededor y aspiran a ponerte un sello de propiedad para que ninguna otra mujer se acerque. Así te pueden utilizar cuando les conviene. Cuando no les interesas has de dejarlas en paz. A base de sufrimiento he aprendido que los demás sólo me hacen lo que yo me dejo hacer. Ya en sobriedad, con bastantes veinticuatro horas trabajando el Programa, la mujer con la que me casé pidió el divorcio. Ninguna de mis razones ni ninguna de mis actitudes fueron capaces de cambiar esta decisión. Curiosamente no fueron mis infidelidades las que rompieron la relación, o al menos es lo que ella dijo. Supongo que la procesión iba por dentro. El detonante del divorcio fue una pelea que tuve con mi hijo mediano, un adolescente fuera de control al que intenté como acto de amor y como parte de mi responsabilidad como padre, ponerle unos límites muy claros.



La madre interpretó que quería hacerle daño y adoptó el papel que había adoptado siempre: el de salvadora. Lo que pasa es que la amenaza, si alguna vez había existido, hacía mucho que había desaparecido. 

Al día de hoy vivo solo. Mi hija mayor (diecinueve años) y el mediano (dieciséis) no mantienen relación conmigo por decisión suya. Pensé un tiempo que la culpa era mía, pero ahora sé que son personas que buscan hacer lo que les da la gana (fundamentalmente estar tumbados en un sillón frente a la tele, no colaborar en casa, no estudiar, ...), sin que nadie les recuerde su obligación. Como yo no aceptaba su actitud e intentaba hacer que cumplieran con sus obligaciones, hicieron palanca para sacarme de casa. Sabían perfectamente que su madre es manipulable pero su padre no. Con mi hijo pequeño (doce años) si que mantengo relación y lo haré mientras él quiera. Mi mano está tendida hacia mis hijos. Ellos son los que tienen que extender la suya. 
No guardo resentimiento hacia la mujer con la que me casé ni hacia mis hijos, por supuesto. Al contrario. Estoy profundamente agradecido por todo el tiempo que he pasado con ellos, pues realmente soy un padre vocacional. No he engendrado hijos para que me hagan caso, sino para que disfruten del viaje de la vida. Los engendré voluntariamente y con amor. Me ocupé de ellos, los bañé, los alimenté, jugué con ellos, les enseñé todo lo que a mí me gustaba, les ayudé en sus estudios, pasé tiempo con ellos. También les grité y les di un par de bofetadas. Todo hay que ponerlo en la balanza. Mi única responsabilidad es haber creado un hogar inestable, pero la inestabilidad no vuelve vagas ni egoístas a las personas. La inestabilidad saca de ellas lo que llevan dentro. 
Yo, por mi parte, me he perdonado. El perdón y el trabajo del Programa, me dan una imagen más real de mí mismo. Ahora que estoy aprendiendo a quererme y a valorarme, me doy cuenta de que he sido un buen esposo y un buen padre, pues he hecho de forma generosa todo lo que ha estado en mi mano por la mujer con la que me casé y por mis hijos. Yo he hecho mi parte, y eso es lo que está en mi mano. Los demás tienen que hacer la suya, y en última instancia los resultados son de Dios.

Felices 24 horas.

Juan José

GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN