Es muy difícil sentarse calmadamente a tratar de no hacer una determinada cosa, o aun de no pensar acerca de ella. Es mucho más fácil ponerse en actividad y hacer alguna otra cosa, diferente del acto que estamos tratando de evitar.
Lo mismo sucede con la bebida. El tratar simplemente de evitar la bebida, o no pensar en ella, por sí mismo no parece ser suficiente. Mientras más pensemos acerca del trago, del cual estamos tratando de alejarnos, más ocupará nuestra mente, por supuesto. Y eso no es bueno.
Es mucho mejor ocuparse en algo, cualquier cosa que sea, que absorba nuestra mente y canalice nuestra energía hacia la salud. Miles de nosotros nos preguntábamos qué íbamos a hacer cuando dejáramos de beber, teniendo disponible tanta cantidad de tiempo. Claro que, cuando logramos parar, todas aquellas horas que anteriormente gastábamos planeando, consiguiendo nuestra bebida o bebiendo o recuperándonos de sus efectos inmediatos, se nos presentaron de repente como huevos de tiempo grandes y vacíos que teníamos que llenar de alguna manera.
Casi todos nosotros teníamos que trabajar. Pero aún así, había varios espacios largos y vacantes de minutos y de horas en los cuales no encontrábamos nada que hacer. Necesitábamos conseguir nuevos hábitos o actividad para llenar esos espacios abiertos y utilizar la energía nerviosa que previamente era absorbida por nuestra preocupación o nuestra obsesión por la bebida.
Cualquiera que haya intentado alguna vez modificar un hábito sabe que es mucho más fácil encontrar una actividad nueva y substitutiva que dejar el antiguo hábito sin colocar nada en su lugar.
Los alcohólicos recuperados dicen frecuentemente que "El solo dejar la bebida no es suficiente". Simplemente no beber es una cosa estéril y negativa. Esto está claramente demostrado por nuestra experiencia.
Para mantenernos abstemios, hemos encontrado que necesitamos colocar un programa positivo de acción en el lugar que antes ocupaba la bebida. Hemos tenido que aprender a vivir en sobriedad.
Es probable que el temor nos haya empujado a algunos de nosotros hacia la consideración de alguna eventual posibilidad de que pudiéramos tener un problema de bebida. Y durante algún corto período, ese solo temor ha sido suficiente para alejarnos del licor. Pero un estado de temor no es feliz ni descansado como para mantenerlo durante mucho tiempo. Por consiguiente tratamos de desarrollar un saludable respeto por el poder del alcohol, en vez de atemorizarnos por él, así como la gente tiene un saludable respeto por el cianuro, el yodo o cualquier otro veneno. Sin necesidad de vivir constantemente preocupados por esos venenos, la mayoría de las personas respetan lo que ocasionan en el cuerpo humano, y tienen el suficiente sentido como para no ingerirlos. Nosotros en A.A. mantenemos el mismo conocimiento y el mismo cuidado, respecto al alcohol. Pero naturalmente, se basa en una experiencia de primera mano, y no en el simple respeto que ocasionan una calavera y unos huesos pintados en una etiqueta.
Ya que no podemos confiar en el miedo para que nos acompañe durante esas horas vacías en que tratamos de no beber, ¿qué podemos hacer entonces?
Hemos encontrado que hay muchas clases de actividad útiles y provechosas, algunas más que otras. presentamos aquí dos de ellas, en el orden de su eficacia tal como las hemos experimentado.
A. Actividad dentro de A.A.
Cuando los miembros experimentados de A.A. dicen que han encontrado la utilidad de mantenerse activos en su proceso de recuperación del alcoholismo, generalmente quieren significar que se han puesto en actividad en y alrededor de A.A.
Si usted lo desea, puede empezar a hacerlo aun antes de decidir si quiere o no convertirse en un miembro de A.A. No necesita ni el permiso ni la invitación de nadie.
De hecho, antes de que usted tome una decisión acerca de su problema de bebida, sería una magnífica idea que gastara algún tiempo observando nuestra agrupación. No se preocupe, el sentarse para observar las reuniones de A.A. no lo convierte a usted en alcohólico o en miembro de A.A., así como el sentarse en un gallinero no lo convierte en gallina. Usted puede perfectamente asistir como a un ensayo general de A.A., antes de decidirse acerca de su afiliación.
Las actividades que frecuentemente utilizamos al principio en A.A. pueden parecer muy triviales, pero los resultados demuestran ser invaluables. Podríamos llamar estas cosas "rompe hielos", porque ogran que nos sintamos a gusto entre gentes que no conocemos.
Cuando terminan las reuniones de A.A., usted verá generalmente que algunos de los presentes empiezan a organizar el salón, vaciar ceniceros, arreglar las sillas, encargándose de limpiar los utensilios usados para el café y las gaseosas.
Únase a esas personas. Se verá sorprendido pro el efecto que pueden ejercer sobre usted estas pequeñas rutinas. Usted puede ayudar a lavar las tazas y platos del café, guardar la literatura o limpiar el piso.
El ayudar con esas pequeñas y fáciles tareas físicas no quiere decir que usted sea el celador o conserje del grupo. Nada de eso. Por los años que llevamos haciéndolo y observando a nuestros compañeros que lo hace, sabemos que prácticamente todas las personas actualmente recuperadas en A.A., han tomado sus turnos en esos detalles menores de limpieza, organización y cuidado general del grupo. Los resultados que hemos sentido al efectuar esas tareas son concretos, benéficos y usualmente sorprendentes.
En realidad, muchos de nosotros empezamos a sentirnos cómodos dentro de A.A., solamente cuando empezamos a ayudar con esos simples actos. Y nos sentimos más en confianza, y mucho más alejados de la bebida o del recuerdo de ella, cuando aceptamos alguna responsabilidad pequeña pero específica en forma regular, tal como conseguir los refrescos, ayudar a prepararlos y servirlos, estar pendiente de recibir a las personas recién llegadas, formar parte del comité de hospitalidad, o simplemente ejecutar tareas que tenían que hacerse. Simplemente observando a los demás miembros del grupo, usted se dará cuenta de qué se necesita para alistar las reuniones de A.A., y para arreglar la sala después de ellas.
Nadie tiene la obligación de hacer tales cosas, por supuesto. En A.A., nadie se le pide que haga o deje de hacer. Pero estos deberes simples, baladíes, y la promesa que nos hacemos a nosotros mismos de cumplirlos fielmente han tenido efectos inesperadamente buenos en muchos de nosotros, y todavía lo logran. Con ello se le da algún cuerpo real a nuestra sobriedad.
A medida que usted permanece dentro de un grupo de A.A., podrá observar otras tareas que necesitan efectuarse. Escuchará al secretario dar los avisos y verá al tesorero hacerse cargo del sombrero de las contribuciones. El servir en una de esas funciones, una vez que usted haya adquirido algún período de sobriedad (90 días, en la mayoría de los grupos), es una magnífica manera de ocupar parte del tiempo que antes utilizaba para beber.
Cuando este tipo de "trabajos" le interese, valdría la pena que diera un vistazo al folleto "El Grupo de A.A.". Allí se explica qué es lo que hacen los "funcionarios" de grupo, y cómo son elegidos.
En A.A. nadie está ni por "encima" ni por "debajo" de los demás. No hay clases, ni estratos ni jerarquías entre los miembros. No hay funcionarios formales, ni tienen ninguna clase de poder, gobierno o autoridad. A.A. no es una organización en el sentido ordinario de la palabra. En vez de eso, es una comunidad de iguales. Todos nos llamamos unos a otros por el nombre de pila. Los miembros se turnan para llevar a cabo los servicios que necesita el grupo para poder funcionar y reunirse.
No se necesita experiencia o educación profesional particular. Aun en el caso de que usted no haya sido coordinador o presidente o secretario de ninguna entidad, verá, como lo hemos hecho nosotros, que dentro del grupo de A.A., esos servicios son muy fáciles de cumplir y que obran maravillas en nosotros, pues constituyen un fuerte respaldo para nuestra recuperación. Veamos ahora el segundo tipo de actividad que nos ayuda a mantenernos alejados de la bebida.
B. Actividad no relacionada con A.A.
Es muy curioso, pero cierto, que algunos de nosotros cuando dejamos de beber, al principio parecemos experimentar una especie de falla temporal de la imaginación.
Es muy curioso, porque durante nuestros días de bebedores, muchos de nosotros exhibíamos poderes imaginativos casi increíblemente fértiles. En menos de una semana, podíamos inventarnos instantáneamente más razones ('0 excusas?) para beber, que aquellas que usa la mayor parte de la gente para otros propósitos en el transcurso de toda su vida. (Incidentalmente, es una buena fórmula práctica el saber que los bebedores normales, es decir los no alcohólicos, ¡nunca necesitan justificaciones particulares para beber o para no beber!).
Cuando ya no tenemos necesidad de darnos excusas a nosotros mismos para poder beber, nos parece que nuestras mentes entran en un estado de neblina. ¡Algunos de nosotros parece que no pudiéramos pensar en cosas no alcohólicas por hacer!. Tal vez esto se deba a que estamos totalmente desentrenados. O tal vez la mente necesita un período de convalecencia descansada después de que cesa el alcoholismo activo. En cualquier caso, esa apatía se desvanece. Después de nuestro primer mes de abstención, muchos de nosotros notamos una gran diferencia. Después de tres meses, nuestras mentes parecen aun más claras. Y durante nuestro segundo año de recuperación, el cambio es sorprendente. Parece que tenemos mucha más energía mental disponible que la que hemos tenido previamente.
Pero es durante aquellos días aparentemente interminables del primer período de abstención cuando usted escuchará que algunos de nosotros decimos, "¿Qué podemos hacer?".
La lista siguiente se da solo para empezar en esa época. No es muy excitante, pero cubre las clases de actividad que muchos de nosotros hemos utilizado para llenar nuestras primeras horas de ocio cuando no estábamos en nuestra ocupación habitual o con otras personas no bebedoras. Sabemos que funcionan. Nosotros hicimos cosas tales como:
1. Caminar especialmente a lugares distintos, o en parques, o en el campo. Caminatas lentas y apacibles, no marchas fatigosas.
2. Leer, aunque muchos de nosotros nos cansábamos muy pronto cuando tratábamos de leer algo que requiriese demasiada concentración.
3. Asistir a museos y galerías de arte.
4. Hacer ejercicio; natación, atletismo, yoga y otras formas de deporte aconsejadas por el médico.
5. Poner manos a la obra en aquellas tareas abandonadas, tales como limpiar el desván, arreglar nuestros papeles, contestar cartas, colgar cuadros, o algo por el estilo que hemos venido posponiendo.
Hemos visto que es muy importante, sin embargo, que no exageremos ninguna de estas actividades. Programar la limpieza de todos los closets, de todo el desván, o el garaje o el apartamento, parece simple. Sin embargo, después de un día de ardua labor física en ellos, podemos terminar exhaustos, sucios, sin acabar la tarea y desanimados. Por ello nuestro consejo es el siguiente: trate de elaborar un plan que pueda llevarse a cabo. Empiece, no por organizar toda la cocina o todos los archivos, sino un estante o un folde o una carpeta. Continúe otro día con la tarea restante.
6. Ensayar un nuevo hobby o entretención, nada que sea costoso o demasiado exigente, sino una diversión agradable en la cual usted no necesite ganar o competir, sino que puede disfrutar de algunos momentos de placer y tranquilidad. Muchos de nosotros hemos escogido hobbies con los cuales no habíamos soñado antiguamente, tales como bridge, costura, ópera, peces tropicales, carpintería, tejidos, béisbol, escritura, canto, crucigramas, cocina, observación de pájaros, teatro, artesanía en cuero, jardinería, navegación, guitarra, cine, bailes, colecciones, etc. Muchos de nosotros hemos hallado que ahora gozamos realmente con cosas que antes ni siquiera considerábamos.
7. Reanudar un antiguo pasatiempo, excepto el que usted ya sabe. Tal vez, guardado quién sabe dónde, haya una caja de acuarelas que usted no ha tocado durante muchos años, o un juego de herramientas, un acordeón, un equipo de ping-pong, una colección de discos o el bosquejo para una novela. Para algunos de nosotros, ha sido muy importante escarbar aquellas cosas guardadas, y reanudar nuestro contacto con ellas. Si usted decide que ya no desea seguir con esas ideas, no vacile en desecharlas.
8. Tomar un curso. ¿Ha deseado usted alguna vez poder hablar swahili o ruso? ¿Aprender historia o matemáticas? ¿Arqueología o antropología? Casi en todas partes pueden conseguirse cursos por correspondencia, instrucción por la televisión o la radio, clases para adultos (no necesariamente con objetivos académicos) y que usted podría tomar. ¿Por qué no ensaya? Nosotros hemos visto que un curso de esos no sólo puede añadirle una nueva dimensión a la vida, sino en ocasiones conducirnos a una carrera totalmente diferente.
Si el estudio se convierte en algo pesado, no vacile tampoco en abandonarlo. Usted tiene el derecho de cambiar sus decisiones y abandonar algo que no vale la pena el esfuerzo necesario. A veces es necesario tener el valor para quitarse de las cosas que no nos convienen, que no añaden facetas nuevas, positivas y agradables a nuestra vida.
9. Ofrecerse de voluntario para prestar servicios útiles. Muchos hospitales, orfanatos, iglesias y otras instituciones y organizaciones necesitan urgentemente personas voluntarias para toda clase de actividades. La selección es muy amplia, ya que usted puede desde leer para un ciego o sellar sobres para la correspondencia de su iglesia, hasta conseguir firmas para memoriales políticos. Pregunte en el hospital, iglesia, agencia gubernamental o club cívico de su localidad para que le informen qué clase de servicios voluntarios necesitan en su comunidad. Hemos visto que nos sentimos mucho mejor acerca de nosotros mismos cuando contribuimos con algún pequeño servicio para el beneficio de nuestros semejantes. El solo acto de investigar las posibilidades de prestar uno de esos servicios es por sí mismo muy interesante e informativo.
10. Hacer algo acerca de nuestra apariencia personal. Muchos de nosotros nos dejamos abandonar demasiado. Un corte de cabello, algunos vestidos nuevos, tal vez unos anteojos o aun el arreglo de nuestra dentadura pueden tener efectos maravillosos. En ocasiones, hemos intentado hacer algo a ese respecto, y los meses subsiguientes al comienzo de nuestra abstención parecen ser una buena época para preocuparnos por eso.
11. ¡Ensayar algo totalmente frívolo! No todo lo que hacemos tiene que ser un esfuerzo dirigido hacia el mejoramiento personal, aunque siempre tales esfuerzos son valiosos y nos proporcionan un alza en nuestra propia estimación. Muchos de nosotros creemos que es importante equilibrar los temas serios con las cosas que hacemos por pura diversión. ¿Le gusta a usted el deporte? ¿Los zoológicos? ¿El chicle? ¿Las películas de los Hermanos Marx? ¿Las lecturas de ciencia ficción o las historietas de detectives? Si no es así, busque a otra actividad no alcohólica con la cual sienta agrado y diviértase en seco. Usted se lo merece.
12. Llene este espacio usted mismo. Esperamos que la lista que le hemos dado le abra alguna idea diferente de todas las que le hemos enunciado . . . ¡Si es así, magnífico! Proceda.
Unas palabras de precaución. Muchos de nosotros sabemos que tenemos la tendencia a exagerar y ensayar demasiadas cosas al mismo tiempo. Tenemos para eso un buen remedio, que usted podrá leer en la página 71. Se llama "Tómelo con calma".
GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN