jueves, 7 de agosto de 2014

CAPITULO 9. COMER O BEBER ALGO. GENERALMENTE SIMPLE

9. COMER O BEBER ALGO. GENERALMENTE SIMPLE  

¿Puede usted imaginarse tomándose un whisky con soda inmediatamente después de una leche malteada de chocolate? ¿O una cerveza para acompañar un pedazo de pastel de fresas con crema de leche?  

Si esas preguntas no lo han mareado y puede continuar leyendo, estará de acuerdo en que esas cosas no compaginan, no parecen hechas la una para la otra. 

En cierto sentido, esto es lo que queremos expresarle con esta porción de nuestra experiencia. Muchos de nosotros hemos aprendido que algo de sabor dulce, o casi cualquier alimento o pasaboca nutritivo, parece amenguar un poco el deseo del trago. Así, de vez en cuando, nos recordamos que no debemos permitir que el hambre nos alcance demasiado.  

Puede ser sólo nuestra imaginación, pero el ansia de una copa parece agudizarse cuando el estómago está vacío. Por lo menos, es mucho más notoria esa compulsión.  

Este libro está basado en nuestra propia experiencia personal, antes que en informes científicos. Por ello no podemos explicar precisamente, en términos técnicos, por qué sucede esto. Solamente podemos informar que millares de nosotros, aun muchos que afirman que nunca han sido aficionados a los dulces, hemos notado que el comer algo dulce disminuye la urgencia de beber.    

Puesto que no somos médicos ni expertos en nutrición, no podemos recomendar que todos nosotros mantengamos una barra de chocolate en el bolsillo para masticarla cuando quiera que se nos presente el pensamiento de una bebida. Muchos de nosotros lo hacemos, pero otros tienen razones poderosas de salud para evitar los dulces. Sin embargo en todas partes podremos encontrar frutas o substitutos dietéticos de las comidas o bebidas dulces, y por eso la idea de utilizar un sabor dulce es muy fácil para todos. 

Algunos de nosotros creemos que es algo más que el mero sabor lo que ayuda a controlar el impulso hacia el alcohol. Puede también deberse en parte, a que estamos substituyendo toda una serie de acciones físicas: conseguir la bebida dulce, o un vaso de leche o de jugo, y algunas galletas o helados, y luego beber o masticar, y tragar.  

Con toda seguridad, cuando muchos alcohólicos suspenden su racha bebida, se encuentran en peores condiciones de nutrición que las que habían imaginado. Esto sucede en todos los niveles económicos. Por esa razón, muchos de nosotros fuimos aconsejados por nuestros médicos que tomáramos vitaminas suplementarias. Por ello tal vez muchos de nosotros necesitamos una mayor nutrición de la que nos percatamos, y por consiguiente el sentir que nuestro estómago tiene adecuada consiguiente el sentir que nuestro estómago tiene adecuada provisión de comida nos hace sentir mejor fisiológicamente. Una hamburguesa, miel, maní, vegetales, queso, nueces, gelatina de grutas; una menta, o cualquier cosa que usted prefiera, que sea buena o conveniente para usted, le puede servir. 

Cuando se sugiere a algunos alcohólicos que inician su abstención,  la conveniencia de comer en vez de beber, se preguntan si eso no les ocasionará obesidad. A esto podemos contestar que nuestra experiencia nos demuestra que esta situación ocurre muy raramente.   

Muchos de nosotros perdimos la grasa excesiva cuando empezamos a comer en forma balanceada reemplazando las calorías del alcohol etílico, y otros han ganado unas libras que les eran necesarias.  

De todas maneras, algunos "adictos" a los helados o los confites observan que en sus primeros meses de abstención engordan un poco, en los lugares que menos los favorecen. Pero esto parece ser un precio muy pequeño para pagar por la liberación del alcoholismo activo. Es mejor ser algo gordito que borracho, ¿no es verdad? Además, nunca se oyó que a nadie lo arrestaran por conducir en estado de obesidad.   

De todas maneras, con un poco de paciencia y buen criterio, los problemas de peso generalmente se normalizan, como lo comprueba nuestra experiencia. En caso contrario, o si usted padece de un problema crónico y serio de obesidad o falta de peso, debería consultar a un médico que no sólo conozca los problemas del peso, sino también que sepa algo de nuestra enfermedad. Nunca encontramos ningún conflicto entre la experiencia de A.A. y el consejo fundamentado que suministra un médico que conozca el tema del alcoholismo.  

Por consiguiente la próxima ocasión en que se presente la tentación de beber, llevemos algo a nuestra boca, bien sea de comer o de beber para que nos quite el apetito. Por lo menos, en esa forma demoramos el consumo de la bebida alcohólica durante una o dos horas, tiempo suficiente para que demos un paso adelante hacia nuestra recuperación, como por ejemplo el que sugerimos en la próxima sección.   


GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN