sábado, 13 de septiembre de 2014

LIBRO GRANDE. Capitulo 11 UNA VISIÓN PARA TI (2 parte)

Cuando nuestro amigo contó su experiencia, el que lo escuchaba estuvo de acuerdo en que toda la fuerza de voluntad de que pudiera hacer acopio no podría hacerle dejar de beber por mucho tiempo. Convino en que era absolutamente necesario tener una experiencia espiritual, pero que sobre la base que se sugería, parecía demasiado alto el precio que había que pagar por ella. Habló de cómo vivía constantemente preocupado por aquellos que podían enterarse de su alcoholismo. Tenía, por supuesto, la muy conocida obsesión alcohólica de que pocos estaban enterados de su manera de beber. ¿Por qué (sostenía) había de perder lo que quedaba de su negocio, solamente para acarrear aún más sufrimiento a su familia, al admitir estúpidamente su apuro ante personas con las que ganaba su subsistencia? Dijo que él haría cualquier cosa, menos eso.  


Pero como se quedó intrigado, invitó a su casa a nuestro amigo. Algún tiempo después, y justamente cuando creía que estaba logrando un control en su consumo de licor, pescó una tremenda borrachera. Para él, ésta fue la que puso fin a todas sus borracheras. Se dio cuenta de que tendría que enfrentarse a todos sus problemas con toda sinceridad para que Dios pudiera concederle el dominio necesario. 

Una mañana agarró al toro por los cuernos y empezó a decirles a todos aquellos a quienes temía, cuál era el mal que padecía. Se sorprendió de lo bien que fue recibido y se enteró de que muchos sabían cómo bebía. Se subió a su coche e hizo un recorrido de las personas a quienes había perjudicado. Temblaba mientras iba del uno al otro, porque eso podría significar su ruina; especialmente tratándose de alguna persona dedicada a la misma actividad que él.  

A media noche regresó a casa, exhausto pero muy feliz. Desde entonces no ha bebido ni una copa. Como veremos, él significa mucho para la comunidad, y las mayores cuentas pendientes de treinta años de beber excesivamente han sido saldadas con creces. 

Pero la vida no era fácil para los dos amigos. Se presentaban infinidad de dificultades. Ambos se dieron cuenta de que tenían que mantenerse activos espiritualmente. Un día llamaron a la directora de enfermeras de un hospital local; le explicaron la necesidad que tenían y le preguntaron si tenía algún candidato alcohólico de primera clase. Ella contestó: "Sí, tenemos algo de primera. Es un individuo que acaba de golpear a dos enfermeras. Pierde la cabeza completamente cuando está bebiendo; pero es una magnifica persona cuando está sobrio, aunque ha estado aquí ocho veces en los últimos seis meses. Debo decirles que ha sido un abogado muy conocido en la ciudad, pero en estos momentos lo tenemos bien atado.  

Allí había un candidato, sin duda, pero por la descripción el caso no parecía muy prometedor. El empleo de principios espirituales en tales circunstancias no se comprendía tan bien como ahora. Pero uno de los dos amigos dijo: "póngalo en un cuarto privado. Luego iremos a verlo."  

Dos días después, un futuro miembro de Alcohólicos Anónimos  miraba con ojos vidriosos a los extraños sujetos sentados cerca de su cama. "¿Quiénes son ustedes, y por qué estoy en este cuarto privado? Antes siempre había estado en una sala común con otros pacientes." Uno de los visitantes le dijo, "Le estamos dando un tratamiento para el alcoholismo."  "Le estamos dando un tratamiento para el alcoholismo." 

La cara del individuo demostraba a las claras una total falta de esperanza al replicar: "¡Ah! Pero de nada servirá. Nada hay que pueda componerme; soy un hombre perdido. Las últimas tres veces me emborraché saliendo de aquí para ir a mi casa. Tengo miedo de salir por esa puerta. No puedo comprenderlo."  

Durante una hora los dos amigos estuvieron hablándo de sus experiencias. Y una y otra vez decía: "Ese soy yo, ese soy yo. Así bebo yo." 

Se le explicó a aquel hombre que sufría una intoxicación aguda, cómo ésta deteriora el organismo de un alcohólico y cómo desvía su mente, se habló mucho sobre el estado mental que precede a la primera copa, "Sí, ese soy yo", repetía el enfermo, "es mi propia imagen, ustedes entienden esto, pero no veo de qué puede servir, cada uno de ustedes es alguien, yo también lo fui pero ahora soy un don nadie, por lo que me dicen, sé mejor que nunca que no puedo dejar de beber". Al escuchar esto, los dos visitantes soltaron la carcajada, El futuro miembro de Alcohólicos Anónimos comentó: "¡Caramba! No veo que nada de esto sea motivo de risa.'" 

Los dos amigos hablaron de su experiencia espiritual, y le contaron del plan de acción que llevaron a cabo, el los interrumpió: "Yo estaba muy a favor de la Iglesia, pero eso no lo arreglará. Esas mañanas de borracheras le oraba a Dios y le juraba que no volvería a beber ni una gota, pero a las nueve de la mañana ya estaba más borracho que una cuba." Al siguiente día el candidato estaba más receptivo. Había estado considerándolo, "Tal vez tengan ustedes razón", les dijo, "Dios debe poder hacer cualquier cosa," Luego añadió, "Ciertamente, no hizo mucho por mí cuando estuve tratando de combatir las borracheras solo." 

Al tercer día, aquel abogado decidió entregarse al cuidado de Dios y manifestó que estaba dispuesto a hacer todo lo que fuese necesario. Su esposa fue a verlo, apenas atreviéndose a tener esperanzas aunque ya creyó ver en su esposo algo diferente. Había empezado a tener una experiencia espiritual. 

Ese mediodía se vistió y salió del hospital convertido en un hombre libre, Tomó parte en una campaña política, pronunciando discursos, frecuentando centros de reunión de hombres de todas las clases, y con frecuencia, pasando en vela toda la! noche. Perdió sólo por un escaso margen, Pero había encontrado a Dios y, al hacerlo, se había encontrado a sí mismo.  

Eso sucedió en junio de 1935. Jamás volvió a beber. El también ha llegado a ser un miembro respetado y útil de su comunidad. Ha ayudado a otros a recuperarse y es una persona respetada en su iglesia, de la cual estuvo apartado por mucho tiempo. 

Así es que, como verás, había tres alcohólicos en esa población que sentían que tenían que dar a otros lo que habían encontrado o de lo contrario se hundirían.  

Después de varios fracasos para encontrar a otros, apareció un cuarto hombre. Había acudido por conducto de una amistad que había oído las buenas nuevas. Resultó ser un joven al que no le importaba nada y cuyos padres no podían darse cuenta de si quería dejar de beber o no. Eran personas muy devotas que estaban escandalizadas por la negativa de su hijo a tener nada que ver con la iglesia. Sufría horriblemente a consecuencia de sus borracheras, pero parecía que no se podía hacer nada por él. Sin embargo, consintió en ir al hospital en el que ocupó precisamente el cuarto que había desocupado recientemente el abogado. 

Tuvo tres visitantes. Al poco rato de oírlos dijo: "La forma en que ustedes ponen la cosa espiritual tiene sentido. Estoy listo para entrar en tratos. Supongo que los viejos tenían razón, después de todo." Así se sumó uno más a la Comunidad. 

Nuestro amigo, el del incidente en el hotel donde se hospedaba, permaneció en esa ciudad durante tres meses. Cuando regresó a su casa, había dejado allí al que había conocido primero, al abogado y al joven al que "nada le importaba'. Estos hombres habían encontrado algo completamente nuevo en la vida. Aunque sabían que tenían que ayudar a otros alcohólicos para permanecer sobrios, este motivo se volvió secundario. Fue superado por la felicidad que encontraron en darse a otros. Compartían sus casas y sus escasos recursos, y gustosamente dedicaban sus horas libres a compañeros de fatigas. Estaban dispuestos día y noche, a internar a uno nuevo en el hospital para ir a visitarlo luego. Crecieron en número.  

Tuvieron unos cuantos fracasos penosos, pero en esos casos se esforzaban por atraer a los familiares del individuo a una manera espiritual de vivir, aliviándose así sus preocupaciones y sufrimientos. 

GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN