Por la noche, cuando nos acostamos, revisamos constructivamente nuestro día… Al despertar, pensemos en las veinticuatro horas que tenemos por delante… Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración y de motivos falsos y egoístas.
— ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86
A mí me faltaba serenidad. Tenía una gran cantidad de trabajo por hacer y, aunque me esforzara mucho, cada vez estaba más atrasado. Las preocupaciones por las cosas que no había hecho ayer y el temor de los plazos límites de mañana me quitaban la calma que yo necesitaba para ser eficaz cada día. Antes de dar los Pasos Diez y Once, empecé a leer párrafos como el citado arriba. Trataba de enfocarme en la voluntad de Dios, no en mis problemas, y de confiar en que Él manejaría mi día. ¡Dio resultados! Lentamente, pero dio resultados.
GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN