miércoles, 6 de agosto de 2014

CAPITULO 21. EVITAR LAS DROGAS Y MEDICAMENTOS PELIGROSOS

 21. EVITAR LAS DROGAS Y MEDICAMENTOS  PELIGROSOS 

El uso de diversas sustancias químicas para cambiarse de temple o modificar las emociones es una práctica humana muy antigua y muy difundida. Es probable que el alcohol etílico fuera la primera  droga para este uso y puede que haya sido siempre la más popular.   

Algunas drogas tienen un valor real y son benéficas cuando son administradas por médicos informados, si se usan sólo según las indicaciones y si se discontinúa el uso cuando ya no constituye una necesidad médica.  

Como miembros de A.A. - no médicos - no somos de ninguna manera competentes para recomendar cualquier medicamento.  

Tampoco somos competentes para aconsejar a nadie que no tome un medicamento recetado. 

Lo que podemos hacer con responsabilidad es solamente ofrecer nuestra experiencia personal.  

Para nosotros la bebida se convirtió en una especie de automedicación. A menudo bebimos para sentirnos mejor, menos enfermos.   

Y miles de nosotros también hicimos uso de otras sustancias químicas. Descubrimos los estimulantes que parecían contrarrestar la resaca o aliviar nuestra depresión (hasta que ellos también llegaron a deprimirnos), los sedativos y tranquilizantes que podían sustituirse por el alcohol y calmar los temblores, las píldoras y jarabes que se venden sin receta (muchos de los cuales se suponen "no adictivos" o que "no crean hábitos"), que nos ayudaban a dormir o nos vigorizaban o relajaban nuestras inhibiciones, o nos transportaban en oleadas exquisitas.   

Evidentemente, este vivo deseo, casi una necesidad, de drogas psicotrópicas (que afectan a la mente) puede estar arraigada en toda persona que bebe en exceso.   

Aunque teóricamente una droga no sea, en términos farmacológicos, adictiva, hemos encontrado que fácilmente podemos formar un hábito y llegar a ser dependientes de ella. Es como si "una propensión a la adición" fuera algo que existe dentro de nosotros, y no tuviera nada que ver con la clase misma de la droga. Algunos de nosotros creemos que nos hemos convertido en gente "adictiva", y nuestra experiencia habla en apoyo de esta idea.    

Por eso hacemos un gran esfuerzo por evitar todas las drogas ilícitas, e incluso muchas de las píldoras y panaceas que se venden sin receta, así como los tranquilizantes.  

Incluso para aquellos de entre nosotros que nunca nos hemos enviciado en ninguna droga, ellas representan un peligro serio, porque lo hemos visto demostrado repetidas veces. A menudo, las drogas despiertan de nuevo un deseo ardiente de "la magia oral", de algún tipo de estar subido, o de la tranquilidad. Y si las tomamos una o dos veces sin perjuicio, parece cada vez más fácil tomar una copa.  

A.A. no es un grupo de presión contra las drogas o la marihuana. como sociedad, no adoptamos ninguna posición jurídica o moral pro o contra la marihuana o cualquier otra sustancia de esta índole. (Sin embargo, todo miembro tiene derecho, como lo tiene cada persona adulta, a tener su propia opinión sobre estos asuntos, y a actuar sobre ellos de la manera que le parezca justa).  

Esto es algo parecido a la posición - o tal vez sería mejor decir "no posición" - de los miembros de A.A. sobre las bebidas alcohólicas. Como sociedad, no somos anti-alcohol, ni nos oponemos a la bebida para los millones de individuos que pueden tomarla sin hacer daño a sus propias personas o a otras.   

Algunos (pero no todos) de nosotros que nos hemos mantenido sobrios durante algún tiempo estamos perfectamente dispuestos a servir bebidas alcohólicas en nuestras casas a invitados no alcohólicos. Beber o no beber es asunto suyo. No beber, o beber si queremos, es de la misma manera asunto nuestro, y no tenemos nada en contra de los que beben. En general, hemos llegado a la conclusión de que la bebida es mala para nosotros, y hemos encontrado modos de vivir sin la bebida que preferimos a nuestros días de borrachos.   

No todos, pero bastantes alcohólicos encuentran que su organismo manifiesta una tolerancia a las drogas analgésicas, de manera que les sea necesario tomarlas en cantidades grandes cuando requieren un analgésico o anestésico como necesidad médica.  

Algunos dicen que tiene relaciones adversas a los anestésicos locales (por ejemplo, la Novocaína) inyectados por los dentistas. al menos, estamos nerviosos en extremo cuando nos levantamos de la silla, y esta condición puede durar bastante tiempo, a menos que podamos echarnos un rato, hasta que se disipe. (En estos momentos la compañía de otro alcohólico recuperado nos puede sosegar).  

Otros alcohólicos recuperados dicen que no sufren de estos efectos adversos. Nadie tiene ninguna idea sobre cómo pronosticar los casos en que dichas reacciones van a manifestarse. De todos modos, es prudente decirle a nuestro medico, dentista o anestesista la pura verdad de nuestra antigua costumbre de beber (y de tomar las píldoras, si así fue), lo mismo como nos aseguramos de que sepan de otros detalles de nuestras historias médicas.    

Los dos relatos que siguen, parecen tipificar la experiencia de A.A. con las drogas psicotrópicas (que afectan la mente) diferentes del alcohol.   

Uno de nosotros, casi treinta años sobrio, decidió que quería probar la marihuana, que nunca había fumado antes. Pues, lo hizo. Le gustaban los efectos, y durante algunos meses, según creía él, podía utilizarla en ocasiones sociales sin problema alguno. Luego, alguien le dijo que sólo un sorbo de vino intensificaría el efecto, y lo ensayó, sin pensar en su mala historia del alcoholismo. Después de todo, sólo tomaba un sorbo de vino muy suave. Dentro de un mes, estaba bebiendo mucho y se dio cuenta de que estaba esclavizado de nuevo por el alcoholismo agudo.   

Podemos añadir otros cientos de comillas al final de esta historia, tantas veces ha sido repetido, sólo con pocas modificaciones. Con agrado les podemos decir que esta persona se hizo sobrio, y también dejó de fumar la marihuana; desde hace dos años ha estado libre de la bebida y de la hierba. De nuevo él es un alcohólico sobrio, activo y feliz, disfrutando de su vida en A.A.    

No todos los que han probado la marihuana han logrado recuperar la sobriedad. Para algunos de estos miembros de A.A., fumar la marihuana les ha conducido a volver a beber, y han avanzado en su adicción original hasta la muerte.  

El segundo cuento trata de una mujer joven, diez años sobria, que fue hospitalizada para sufrir una delicada operación. Su médico, que era experto en alcoholismo, le dijo que, después de la operación, sería necesario administrarle una o dos veces, una dosis de morfina, como analgésico; pero le aseguró que después no la necesitaría más. Nunca había tomado nada más fuerte que una aspirina, y ésta raramente, en dolores de cabeza.   

Dos noches después de la operación, le pidió al médico que le diera a ella una dosis más de morfina. Ya ha recibido dos. El médico le preguntó: "¿Tienes dolores?". "No", ella respondió. Y luego añadió con toda inocencia: "Pero puede que más tarde vaya a tenerlos".  

Cuando el médico le sonrió, ella se dio cuenta de lo que había dicho y de lo que, evidentemente, significaba. De alguna manera, su cuerpo y mente ya estaban deseando la droga.   

Ella se echó a reír, y no insistió; desde entonces no ha sentido ese deseo. cinco años después, todavía se mantienen sobria y en buena salud. Habla del incidente para ilustrar su creencia de que toda persona que hubiera tenido un problema con la bebida, tendría una "propensión a la adicción" permanente. 

De aquí que la mayoría de nosotros tratemos de asegurarnos de que cualquier médico o dentista que nos atiende, esté informado sobre nuestra historia personal y bastante enterado del alcoholismo como para tener conciencia de los riesgos que corremos al tomar las medicaciones. Y tomamos cuidado en lo que usamos por nuestra propia cuenta; evitamos los jarabes para la tos que contienen alcohol, codeína o bromuros, y todos los elíxires, los polvos, los analgésicos sintéticos, licores y vapores, a veces abundantemente repartidos por farmacéuticos no autorizados o anestesistas amateurs. 

¿Por qué correr un riesgo? 

Hemos visto que no es difícil en absoluto evitar estas situaciones peligrosas - sólo por razones de la salud, no de la moralidad. En A.A., hemos logrado llevar una vida libre de drogas que, para nosotros, es mucho más agradable que lo que experimentamos cuando tomamos las sustancias psicotrópicas.   

De todos modos, la "magia" química que sentimos a causa del alcohol (o los sustitutos por el alcohol) era algo privada y egoísta. No podíamos compartir las sensaciones agradables con nadie. Ahora, nos gusta compartir, los unos con los otros en A.A., o con cualquier persona, nuestra felicidad natural, no drogada.   

Andando el tiempo, el sistema nervioso se vuelve sano y está condicionado a la ausencia de drogas psicotrópicas, como el alcohol. Cuando nos sentimos más cómodos sin las sustancias químicas que sentíamos antes, cuando éramos dependientes de ellas, llegamos a aceptar nuestras emociones normales y a confiar en ellas, ya sean altas o bajas. Entonces, tenemos la fortaleza para tomar decisiones sanas e independientes, sin entregarnos como antes al impulso o al deseo, producido por una droga, de satisfacción inmediata. Podemos ver y considerar más aspectos de la situación que podíamos antes; podemos diferir satisfacción por un beneficio más perdurable; y podemos sopesar más justamente no sólo nuestro propio bienestar, sino también el de las personas a quienes queremos.   

Sencillamente, ahora no nos interesan más los sustitutos químicos por la vida, ya que sabemos lo que es la vida auténtica.  


GRUPO PARTE VIEJA DONOSTIA - SAN SEBASTIAN